La sociedad necesita el teatro para liberar pesadillas, para aflojar la presión de la caldera de represiones, para recoger los pedazos de un espejo roto y armar una imagen y verse por primera. vez. El dramaturgo no persigue la belleza. ni la paz ni el consenso. Ha elegido la violencia, la utopía, la contradicción.
Además de ser uno de los dramaturgos de mayor relevancia en Latinoamérica, Jorge Díaz probablemente es también uno de los más prolíficos. Entre las obras publicadas y aquellas que no han sido editadas, el archivo conserva más de 140 guiones de obras diferentes solo entre la dramaturgia para adultos. El acervo además incluye varias versiones de los textos, que -para gran dificultad de archivistas e investigadores- suelen tener diferentes títulos para una misma obra, por lo que siempre es necesario revisar con profundidad los guiones si se quiere establecer a qué obra corresponden. Esta multiplicidad de nombres para las obras no solo se explica por el gran talento y afición por los títulos que tenía Díaz y por la irreverencia con que él mismo abordaba sus obras al revisitarlas; frecuentemente se debe a la necesidad de hacerlos más familiares al público de diferentes países (muchas veces las versiones estrenadas en España tienen un nombre diferente al usado en Latinoamérica y se adaptan algunas escenas) y al hecho de que el dramaturgo constantemente participaba de diversos concursos y convocatorias que exigían textos inéditos y originales. Tanto George Woodyard como Eduardo Guerrero destacan el talento de Díaz para entregar títulos de gran carga semántica; el dramaturgo Egon Wolff también lo destacó al señalar: “Yo siempre he pensado que algún día voy a contratar a Jorge Díaz para que me ponga los títulos, porque él es un titulador de obras extraordinario. Yo gozo al leer los títulos de Jorge, dicen tanto, son tan poéticos”
Estas sucesivas versiones también se relacionan con el proceso de escritura de Díaz. Si bien ejerció su trabajo creativo mayormente como dramaturgo en un sentido de autoría en solitario (no practicó la tan extendida creación colectiva), fueron muchas las instancias de colaboración y diálogo que determinaron su trabajo. La frecuente presencia de epígrafes en los manuscritos da cuenta de la influencia de otras lecturas o de los diálogos con otros escritores, como el dramaturgo Francisco Uriz, por ejemplo, a quien señala como inspiración para algunos textos en los setenta. Por otro lado, para Díaz el trabajo colectivo con el elenco era de gran importancia, por lo que, cuando la compañía a cargo de la puesta en escena era cercana, sometía los textos a constantes revisiones durante los ensayos. El archivo es un testimonio de este constante cuestionamiento, reescritura y la visión de las obras como inacabadas o siempre abiertas a nuevas propuestas, a ser modificadas para la escena para enfatizar nuevos elementos, para adaptarse a audiencias de diferentes regiones y épocas. Sobre su proceso, el autor señala: “Yo, más que corregir -yo escribo muy rápido- lo que hago es reescribir, al cabo de un cierto tiempo. He reescrito muchas obras que han sido incluso estrenadas. Esto crea un problema a los académicos que hacen estudios sobre mi obra, sobre todo en EE.UU., porque aparecen en la bibliografía varias obras repetidas, con distintos títulos, que ellos creen que son obras distintas. Así que tengo que andar aclarando.”
Guerrero, Eduardo. “Prólogo”.
En Díaz, Jorge. Antología de la perplejidad: 8 obras de teatro inéditas.
Santiago: Edebé, 2003.
Jiménez, Verónica y Forch, Kurt.
“Conversación con Jorge Díaz: Para mí, entre el espacio y el lenguaje, en teatro, es más determinante el espacio.”
Licantropía. Sin fecha
La crítica académica ha reconocido ciertos temas que parecen recurrentes en la obra de Díaz, con mayor y menor énfasis en las diferentes etapas de creación, pero con una presencia constante: el cuestionamiento de las capacidades expresivas del lenguaje; la incomunicación frente a la presencia del lenguaje; la soledad y la intimidad; la ternura y la mordacidad; la máscara junto al juego y al disfraz; la marginalidad y el exilio, el cuestionamiento a las estructuras de poder (el autoritarismo y las dictaduras, pero también dentro de los núcleos familiares y de pareja) y por sobre todo, una importante presencia del humor. Es el mismo autor el que señala en diversas entrevistas la importancia de este elemento no solo en su obra, sino también en su vida al señalar que “El humor es el silbidito con que atravesamos la parte oscura de la vida.”y que se constituye como parte fundamental del proyecto dramático del autor, ya que “Es la clave de todo mi teatro; es el gran desenmascarador de las imposturas que existen frente a la muerte, el amor y el poder”.
Si bien las etapas de creación propuestas por Eduardo Guerrero (y plasmadas en la anterior biografía) resultan muy claras para definir los contextos de producción de las obras del autor, es posible observar que la gran mayoría de las caracterizaciones hechas por críticos y académicos pueden vincularse con mayor o menor cercanía en todas sus obras. Aunque hay momentos en que la denuncia social cobra mayor fuerza y otros en los que el trabajo humorístico del lenguaje parece ser el eje que articula las piezas, tanto en las obras más cercanas a la tragedia como en las más vinculadas al café concert, podemos encontrar los mismos temas listados anteriormente: la soledad, la incomunicación, el humor, la ternura, la muerte, el sexo y la irreverencia o el cuestionamiento al poder. La crítica e investigación académica ha estudiado ampliamente la obra de Jorge Díaz, esta selección de citas que abordan su trabajo espera dar cuenta de su estilo e importancia:
Piña, Juan Andrés.
“Jorge Díaz: la vanguardia teatral chilena.” En Díaz, Jorge.
Teatro. Ceremonias de la soledad.
Santiago: Nascimento, 1978. pág. 19
Piña, Juan Andrés. “Prólogo”. En Díaz, Jorge.
Teatro. Ceremonias de la soledad.
Santiago: Nascimento, 1978. pág. 25
Durán Cerda, Julio.
“El teatro chileno de nuestros días.” Prólogo en VV.AA. Teatro chileno.
Mexico: Aguilar, 1970. pág. 53
Rojo, Sara.
“Identidad tránsfuga y memoria: dos caras de un mismo dolor”. En Oyarzún, Carola (ed). Díaz. Colección de ensayos críticos.
Santiago: Ediciones Pontificia Universidad Católica, 2004.
pág. 76.
Oyarzún, Carola.
"Los espacios en la escritura de Jorge Díaz”. En Oyarzún, Carola (ed). Díaz. Colección de ensayos críticos.
Santiago: Ediciones Pontificia Universidad Católica, 2004.
pág. 92, 93.
Olivares Rojas, Paulo.
“Contención y despesura: dos estéticas en Jorge Díaz”. En Diaz, Jorge. Siete obras desconocidas de Jorge Díaz.
Santiago: Ediciones Universidad Católica, 2013. Pág. 16.
Olivares Rojas, Paulo.
“Sobre la breverdad y la dramaturgia”. En Díaz, Jorge. Actos inciertos.
Santiago: Ril, 2017. Pág. 25.