Geraldine Neary: La actriz que refresca “El cepillo de dientes”

5 de Mayo de 2017

Es la protagonista de la nueva versión de la obra de Jorge Díaz que ayer estrenaba el Teatro UC, y está en el cine con la película “Sin norte”. Multifacética -además de actriz es cantante, y tiene un pasado reciente en el mundo del modelaje-, a sus 28 años se está convirtiendo en esas intérpretes que con solo su presencia llenan el escenario. Una paradoja para una mujer que tardó dos carreras -Derecho y Psicología- en asumir su vocación. Esta es su historia.

ERNESTO GARRATT VIÑES
Revista Wiken
Crónica portada
Fuente: El Mercurio

Geraldine Neary está sentada en una de las butacas del Teatro UC vestida con pijama, encima tiene una bata y arriba de su cabeza, una peluca con personalidad propia. Acaba de bajarse del escenario, donde es parte del binomio, junto a Luis Cerda, que protagoniza la nueva versión de “El cepillo de dientes”, el clásico de Jorge Díaz que se reestrenaba ayer -a diez años de su muerte- de la mano del talentoso director Álvaro Viguera.

Ensayos van y vienen para darle el tono justo a este texto de 1961, escrito por un Jorge Díaz que dudaba de la etiqueta de “teatro del absurdo” que aún pesa sobre esta pieza hilarante que, en la década de los 60, se reía al mismo tiempo que hacía pensar sobre el peso y la banalidad de vivir bombardeado de publicidad, y el espejismo de lo que se supone es “la” vida que hay que vivir.

A sus 28 años, Geraldine Neary sabe que la imagen que uno proyecta puede ser una etiqueta agridulce. A ella misma -lo sabe- se la podría encajonar por su pasado de modelo Elite, por su apariencia física o por los papeles que se le han visto en el cine -como una chica de clase alta en “Aquí no ha pasado nada”-, o en teleseries como “Preciosas” y “Matriarcas”. O, también, como una mera actriz que canta -y muy bien-, como se le vio en el montaje “Happy End”, también de Álvaro Viguera, obra en la que se robó miradas y elogios el año pasado.

-Geraldine quedó por casting en “Happy End” -recuerda Viguera sobre el proceso en que llegó a dar hace un tiempo con su protagonista ideal-. Me sorprendió, creo que tiene un talento enorme, canta bien, tiene una… no quiero decir locura, para que no se malinterprete, sino una frescura, que me sirvió en “Happy End”. Es espontánea, creativa, una actriz que propone. Y en esta obra y en la otra que hicimos necesitaba a alguien con esas características.

En “El cepillo de dientes”, Geraldine Neary es ELLA, y Luis Cerda, ÉL: ambos son una pareja burguesa y con la vida resuelta, pero con un inesperado y hasta estúpido conflicto estallándoles en la cara cuando a ÉL se le pierde su cepillo de dientes.

A diferencia de la versión de 1961, estrenada en el teatro Ictus, esta actualización de “El cepillo de dientes” está adaptada pensando en los talentos del elenco. Por esa razón, hay tres pasajes donde Geraldine Neary, una vez más, canta sobre el escenario. Y lo que hace, con una ambientación que cambia de colores de fondo, es algo parecido a parar los pelos y llenar el escenario con una interesante proyección interpretativa.

-El texto es súper delirante, entonces también se presta para actualizarlo, para cantarlo, bailarlo, alejarlo de lo realista… porque no es una obra realista. Y que me den el espacio para cantar… para mí siempre va a ser un regalo -dice ella.

SACANDO LA VOZ. A Geraldine Neary le costó sacar la voz tal como la podemos escuchar hoy en día, arriba de los escenarios. Estuvo en un principio escondida debajo de carreras “más seguras” y “tradicionales” como Derecho y Psicología, en la Universidad Católica.

-Nunca vi la posibilidad de hacer una carrera profesional con eso que yo tenía para jugar, para pasarlo bien sola o con amigas -recuerda acerca de su sempiterno deseo reprimido de ser artista.

Su abuela, Carmen Anker, de estrictos padres noruegos que no la dejaron ser actriz pese a sus deseos, le dio -cuenta la joven actriz- la fuerza para atreverse a cruzar la línea de lo que era bien y mal visto por su familia.

-Mi abuela finalmente se hizo profesora y trabajó muchos años como bibliotecaria en un colegio de niñas en Viña. Entonces tuve la suerte de tener una abuela cuenta cuentos. Fue ella quien me enseñó el poder de la imaginación.

Fue cursando Derecho, antes de estudiar Actuación, que comenzó una carrera paralera de modelo, que incluso la llevó a enlistar las filas de la agencia Elite Model

-¿Te molesta que te encasillen como modelo Elite?

-Soy ex modelo, porque ya no estoy en la agencia. Me encantaría seguir (…) Hay muchos prejuicios sobre las modelos y a mí me encanta enseñar lo que sé, entonces si a alguien le interesa, me encanta compartir eso. Me fue bien cuando empecé a actuar y me valoré así, como una modelo que puede actuar. Porque en verdad no soy tan flaca ni tan alta y soy pechugona, entonces tampoco encajaba en el prototipo: lo mío era más de actriz.

LA CARTA DEL LOCO. En “Sin Norte”, de Fernando Lavanderos, actualmente en cartelera, Geraldine Neary es una joven huidiza, imposible de tomar y abarcar por su ex novio (Koke Santa Ana), quien siguiendo las pistas dejadas por esta chica en “nubes” virtuales, la va siguiendo en una valiosa road movie.

-Nunca me han gustado esos roles de mujeres fomes -dice Geraldine sobre los guiones que ha rechazado porque “hay mucho prejuicio sobre la mujer o es un papel que no aporta nada: solo la mina rica”. Cuando te dicen descripciones como: “Ella entra en polera y jeans”, ¡qué le importa este personaje a quién! En “Sin Norte”, en cambio, la protagonista era una mujer fuerte. A mí me encantó -cuenta.

Y ella “fue” el personaje, porque, como le dijo Fernando Lavanderos, para filmar la película debió irse de viaje, tomar su celular y, acompañada por un equipo de la película, empezar a grabar las tomas que se ven en la película como parte del periplo libre y sin ataduras que realiza su personaje.

-Geraldine es una actriz notable, porque se entregó por completo al papel y además ella misma iba grabando y generando instancias ricas para la historia -dice Fernando Lavanderos.

-Soy súper mandona y me gustan las cosas a mi manera, entonces para mí fue soñado que me dijeran: “Tú eres este personaje, tienes tu cámara y haz lo que quieras, sé libre, cuenta tu propia historia” -dice por su lado Geraldine-. Pero también era con la misión de que esto no se tratase de mí. Eso yo creo que es fundamental en el teatro, en la actuación: no se trata de uno. Eso lo enseñaba Paulina Urrutia en la escuela.

Otro aprendizaje que no olvida es de un profesor de teatro físico.

-Él trabaja con arquetipos del tarot, los arcanos mayores, y te abres a toda una fuente de entendimiento de la cultura. Él me dio el arcano de El Loco. Y fue como “gracias”, porque justo iba a hacer “Sin Norte”.

Y, con honestidad, dice que asume una “locura controlada” para crear desde el arte.

-Si reprimes tu locura, la rechazas de cierta forma, eso te puede estancar eternamente: El loco tiene el poder de moverte de etapas. A veces se necesita una locura para salir de un problema.

Geraldine Neary, hasta ahora, se está anotando como una revelación que no ha tenido malos papeles. Es muy corto para ser tan definitivo, pero así también suena por lo que se le viene: un capítulo de la serie “12 días”, sobre una especie de “Romeo y Julieta” con padres alojados en distintos espectros políticos el día que muere Pinochet.

-Además, hice la película del (director) “Che” Sandoval, que tenía el nombre “Mucha Ex Poco Sex” y que ahora se llama “Dry Martina”. Fue diferente trabajar con “Che”, porque con Lavanderos y con Alejandro Fernández se trabaja más con improvisación. En cambio “Che” es guionista, entonces le gusta tener el control de cada palabra: es súper fácil actuar porque están súper bien escritas las escenas. Por ahora no me ha faltado pega y a lo mejor sale una serie -dice esperanzada esta estrella en ciernes.

“Nunca me han gustado esos roles de mujeres fomes”, dice Geraldine Neary sobre los guiones que ha rechazado, “porque hay mucho prejuicio en el papel de la mujer”.