Escritos en su mayoría en cafés, principalmente de Santiago y Madrid, en servilletas, boletos de buses, papeles sueltos y cuadernos de notas, estos textos están estrechamente conectados con la vida urbana, social y solitaria, de la humanidad actual. Siempre parten de una mirada aguda y, desde el humor, proponen una perspectiva crítica de la existencia que se revela en sus diferentes capas de profundidad, generando una risa incómoda, descolocada. El crítico Eduardo Guerrero reconoce entre los temas principales para estos textos “la escritura, el humor negro, Dios, religión, sexo y, sobre todo, la muerte” (Guerrero pág. 414) además de la experimentación con el lenguaje, su expresividad y desarticulación, incluso con ecos de la escritura de Cortazar (pág. 411). Cuando hay narración, estos textos son siempre sugerencias, situaciones inconclusas y ambiguas, que permiten vislumbrar la complejidad de la existencia desde la síntesis de unas pocas líneas. Cuando los textos construyen sentencias o aforismos, estos suelen señalar la contradicción, la inconsistencia, una crisis del pensamiento utópico o un cuestionamiento del comportamiento social, sus prejuicios y sobre entendidos.